Tanto el calendario gregoriano, como el calendario juliano antes que él, tienen doce meses: Enero, febrero, marzo, abril, mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octubre, noviembre y diciembre.

En términos astronómicos, el calendario juliano se atrasa con respecto al año trópico —el tiempo preciso para aumentar la longitud media del Sol en 360 grados sobre la eclíptica, es decir, en completar una vuelta— aproximadamente un día cada 128 años, lo que equivale a 11 minutos 14 segundos de exceso por año. Para el calendario gregoriano, la cifra es de un día cada 3324 años.​

La diferencia en la longitud media del año entre el calendario juliano (365,25 días) y el Gregoriano (365,2425 días) es del 0,002%.

El calendario juliano tiene un año regular de 365 días divididos en 12 meses. Se agrega un día bisiesto a febrero cada cuatro años. El año juliano tiene por lo tanto un promedio de 365,25 días, ajustando aproximadamente con este día adicional la duración del año trópico.

Aunque los astrónomos griegos ya sabían (al menos desde Hiparco, un siglo antes de la reforma juliana) que el año trópico era unos minutos más corto que 365,25 días, no se consideró esta diferencia. Como resultado, el calendario juliano perdía alrededor de tres días cada cuatro siglos en comparación con los equinoccios observados con el paso de las estaciones. Esta discrepancia fue corregida por la reforma gregoriana de 1582.

Más información: es.wikipedia.org