El palacio más suntuoso de Europa, a pesar de contar con más de 300 habitaciones, no contaba con ningún cuarto de baño. El palacio fue mandado levantar por el rey Luis XIV, y allí se instaló la corte desde 1682 hasta 1789. No solo vivía la familia real y su servicio sino también nobles y militares, en un clima de opulencia y excesos.

Llegaron a vivir más de 20.000 personas.

Los hábitos de higiene eran muy escasos, una persona se consideraba limpia si se lavaba las manos y la cara.

La falta de letrinas o cuartos de baño hacía que la gente se aliviase donde podía, haciendo sus necesidades en cualquier rincón del palacio.

También se utilizaban orinales, que luego se vaciaban por las ventanas.

En 1715, el rey escribió un decreto, en el que disponía que las heces en palacio se debían recoger una vez por semana.

El olor corporal y la halitosis eran otros problemas frecuentes. Los perfumes servían para tapar el horrible olor de los cuerpos. A veces se usaban esponjas debajo de las axilas, impregnadas en hierbas aromáticas, las que también se usaban para enjuagar la boca. La cabeza se lavaba una vez al mes, los piojos eran habituales. Las pelucas disimulaban la suciedad y los bichos. Se inventaron las manos de marfil para utilizar de rascador debajo de las pelucas.

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