Eva Perón falleció el 26 de julio de 1952. Su cadáver fue embalsamado y permanecíó en la sede de la C.G.T. (Confederación General de Trabajadores), desde su funeral a la espera de un mausoleo que nunca se construyó.

En septiembre de 1955, se produce el golpe de estado que derrocó al General Juan Domingo Perón y el 22 de noviembre de 1955, el jefe de la inteligencia militar Carlos Moori Koenig ingresó con un grupo de oficiales a la C.G.T., le quitó un rosario enlazado entre sus manos, tapó el ataúd y lo retiró en un camión.

La llamada "Revolución Libertadora", que había derribado sus monumentos, que había saqueado y quemado sus imágenes de los organismos públicos, que prohibió por decreto oficial mencionarla en público, no sabía qué hacer con ese cuerpo embalsamado.

El cadáver de Eva Perón, durante más de un año, estuvo deambulando por distintas oficinas de inteligencia. Koenig fue separado de su cargo cuando se supo que

manoseaba el cuerpo de Evita. Temían que si la enterraban en un espacio de acceso público, su veneración, su poder simbólico, se convirtiera en foco de la resistencia peronista contra el régimen militar.

Con complicidad de la Iglesia fue enterrada en Italia, con el nombre de "María Maggi de Magistris" en 1957. En 1971, el Presidente de facto Lanusse decidió la restitución del cuerpo de Eva a Perón, en el marco de una negociación política. Habían transcurrido 16 años.

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