La música es algo que nos acompaña desde hace siglos. Su influencia y trascendencia universal hicieron que la Unesco estableciera el 22 de noviembre como el Día Mundial de la Música, mejor conocido como Día del Músico, en honor a Santa Cecilia, a quien el Papa Gregorio XIII la declaró Patrona de los Músicos, en 1584.

Por años, las orquestas han interpretado incontables piezas de los grandes compositores de la historia. Existen razones por la que los músicos se acomodan de esa manera en el escenario.

Los instrumentos de la Orquesta Sinfónica se agrupan en tres secciones principales. Los músicos de una orquesta están organizados en cuatro secciones. Las cuerdas, como violines y violonchelos, se sientan al frente. Los instrumentos de viento de madera, como oboes, clarinetes y fagot; y los metales, como trompetas y cornos, se ubican en la parte central, detrás de las cuerdas. La percusión, como timbales y un xilófono, se acomodan en la parte de atrás.

Fue a principios o mediados del siglo XX cuando se desarrolló el plano de asientos de la orquesta que conocemos hoy en día. Esto se debe a Leopold Stokowski, director de la Orquesta de Filadelfia, que experimentó radicalmente con diferentes disposiciones de asientos.

En la década de 1920, Stokowski hizo un movimiento que ha superado la prueba del tiempo. Colocó las cuerdas de mayor a menor, de izquierda a derecha. Este arreglo permitió que los músicos se escucharan mejor unos a otros.

Más información: www.ipn.mx