Existen alrededor de 3 500 especies diferentes de mosquitos en todo el mundo. El descubrimiento de nuevas especies así como cambios en la sistemática y las dificultades en la aceptación de algunos taxones hace imposible reflejar cifras exactas. La buena noticia es que sólo 200 han venido al mundo para alimentarse de sangre y, de estas especies, solo cuatro suponen un verdadero problema para los humanos.

Los mosquitos, pese a su diminuto tamaño, son desde hace tiempo el animal más mortífero del planeta. Según la OMS, estos pequeños insectos provocaron en 2016 más de 216 millones de casos de malaria y causaron la muerte de alrededor de 450 000 personas. El paludismo es, sin embargo, solo una de las múltiples enfermedades que se transmiten por la picadura de los mosquitos. Estos insectos también son los principales responsables de los brotes de Zika, dengue, chikungunya o del virus del Nilo Occidental.

Además de su papel como transmisores de enfermedades, los mosquitos tienen otras funciones en los ecosistemas. Los machos adultos y también las hembras de muchas especies visitan las flores para alimentarse de néctar, así realizan polinización. Las larvas son parte del zooplancton de numerosas zonas húmedas,​ pero con características diferentes a las de otros dípteros.​ Las larvas y adultos son una fuente de nutrición de numerosos depredadores (insectos, peces, anfibios, lagartijas, aves). Transfieren biomasa de los ambientes acuáticos a la tierra.

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