Las cruzadas fueron una serie de campañas militares impulsadas por el papa y llevadas acabo por gran parte de la Europa latina cristiana. En los casi doscientos años que van desde la primera (1096-1099) hasta la última, 1271, se organizaron ocho cruzadas con el objetivo declarado de conquistar o defender los territorios de Tierra Santa de los infieles, si bien el ímpetu inicial y la pureza de intenciones se fue perdiendo a medida que pasaban los años.

Además de la primera, las más recordadas son la tercera, en la que se enfrentaron Saladino y Ricardo Corazón de León, y la cuarta, que ni siquiera llegó a Tierra Santa. En 1291 se perdía San Juan de Acre, el último enclave cristiano en la región.

En los concilios de Piacenza y Clermont, el papa Urbano II invitó solemnemente a los príncipes de la cristiandad a unir sus fuerzas para liberar el Santo Sepulcro de los infieles. A finales de 1096 partía hacia Oriente la primera Cruzada, integrada por señores feudales y caballeros franceses, normandos e italianos. El 6 de junio de 1099 los cruzados, agotados por la sed, las enfermedades y el calor vislumbraron los muros de Jerusalén. Tras más de un mes de asedio, la ciudad fue ocupada y sometida a violentos saqueos y destrucciones.

Habría que esperar hasta el año 2000 para que el papa de la Iglesia católica, Juan Pablo II, pidiese públicamente perdón por los atropellos cometidos.

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