Las trufas son un género de hongos ascomicetes de la familia Tuberaceae. Presenta una relación simbiótica micorrícica (con las raíces) con árboles, como los castaños, nogales y especialmente los del género Quercus como las encinas o los robles. Se encuentra debajo de la tierra. Más allá de su uso gastronómico, tienen importantes funciones ecológicas en el ciclo de los nutrientes y la tolerancia a la sequía.

De apariencia similar a una papa o patata, las trufas tienen un aspecto algo redondeado aunque más bien irregular. Su tonalidad externa es oscura, mientras que su interior es blanquecino o grisáceo.

Aunque se ha reconocido una treintena de variedades de trufas, no todas son comestibles. Entre las más conocidas se encuentra la trufa de verano (Tuber aestivum), de sabor similar a la nuez. La trufa negra (Tuber melanosporum), por su parte, se caracteriza por un sabor que combina notas amargas y picantes.

Algunas trufas son verdaderas joyas dentro de la gastronomía. La trufa blanca de Italia (Tuber magnatum), por ejemplo, puede alcanzar un precio de hasta 6 000 euros por kilogramo, lo que la convierte en un manjar poco accesible, y en los hongos más caros del mundo.

Las trufas comestibles son muy apreciadas en la cocina francesa, italiana, croata, eslovena, otomana, de Oriente Medio y española, así como en la alta cocina internacional.

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