El uso de los relieves dactilares fue por primera vez objeto de un estudio científico por el antropólogo inglés Francis Galton (1822-1911), quien publicó sus resultados en 1892. Los mismos verificaron tanto la invariabilidad de las huellas digitales a lo largo de toda la vida de un individuo, como su carácter distintivo. Los estudios de Galton estuvieron orientados a la determinación de las características raciales hereditarias de las personas.

La clasificación propuesta por Galton fue analizada y mejorada por el investigador de la Policía de Buenos Aires Juan Vucetich, quien el 1 de septiembre de 1891 hizo las primeras fichas dactilares del mundo con las huellas de 23 procesados, y se estableció como Día Mundial de la Criminalìstica. En el año 1892 hizo por primera vez la identificación de una asesina, con base a las huellas dejadas por sus dedos ensangrentados en la escena del crimen de sus dos hijos. La misma, de nombre Francisca Rojas, había acusado de los asesinatos a su marido.

En 1905, su sistema dactiloscópico (inicialmente denominado “icnofalangometría”) fue incorporado por la Policía de Buenos Aires. En 1907 la Academia de Ciencias de París informó públicamente que el método de identificación de personas desarrollado por Vucetich era el más exacto conocido en ese momento. En 1911, cuando se sancionó la Ley 8129 de enrolamiento militar y régimen electoral, se adoptó este sistema para la identificación de los varones argentinos mayores de 18 años.

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