El origen de las conservas de alimentos se remonta al siglo XVIII, cuando Francia se encontraba en plena ruina económica y militar. La falta de alimentos en buen estado o de comida fresca causaba numerosas bajas entre los militares. Esto llevó al gobierno francés de Napoleón a ofrecer un premio de 12.000 francos a quién encontrara un proceso para conservar los alimentos destinados a la tropa.

Nicolás Appert, cocinero francés, sería el inventor del proceso de esterilización con calor de los alimentos, conocido como proceso de appertización, que permitía su conservación, al intuir que el calor y la ausencia de aire podrían evitar la descomposición de la comida.

Las muestras realizadas por Apper fueron enviadas a la Marina francesa. Hasta entonces, los marinos solo podían comer alimentos ahumados, salados y/o fermentados; con el avance propuesto por Appert, los marinos podían disfrutar de frutas, verduras y carnes en alta mar. Por esta razón recibió el premio prometido.

El método de Appert consistía en: colocar los alimentos en frascos de vidrio; cerrarlos cuidadosamente con tapones de corcho; hervirlos a baño María durante un tiempo determinado según el tipo de alimento, y sacar las botellas del baño de agua a la hora prescrita.

Pasarían 54 años hasta que el científico Louis Pasteur explicó el fundamento teórico del método, al demostrar el papel de los microorganismos presentes en el medio en el deterioro de los alimentos.

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