La frecuencia de los latidos varía según diversas circunstancias, trabajo, emociones y la naturaleza del sujeto. Un hombre sano, de mediana edad, en reposo o en movimiento, tiene entre 70 y 80 pulsaciones por minuto, los deportistas suelen superar las 150. En casos extremos puede llegar a 300 veces por minuto o tan lentamente que no se pueda detectar.

Entre los mamíferos, los ritmos cardíacos varían de acuerdo con el tamaño. Cuanto más grande es el mamífero, más lento tiende a latir su corazón. Un corazón de elefante late entre 20 y 30 veces por minuto; el corazón de un murciélago late 700 veces por minuto.

Esto puede parecer extraño, ya que un cuerpo más grande necesita más sangre. Y un simple latido parece cubrir mucho terreno cuando empuja la sangre dentro de un cuerpo tan pequeño. Un animal más grande está ajustado a un cuerpo proporcionalmente más chico que el de un animal pequeño.

Entre los animales, el corazón que más late es el de las aves. Por ejemplo el papagayo tiene unas 320 pulsaciones por minuto, la gallina 390, el gorrión 850, el canario 1000 y el colibrí 1200.

Entre los animales terrestres, la musaraña ostenta el récord absoluto: su corazón alcanza unas 1100 pulsaciones por minuto. En el extremo opuesto está la tortuga, que sólo llega a 20; un ritmo apenas superior al de los peces. El elefante no alcanza más de 30 pulsaciones, el caballo anda por las 40, el toro por 60 y el cerdo por 80. Perros y gatos pueden llegar a las 120.

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