Una de las primeras teorías formulada para explicar el origen de la Tierra es la teoría nebular o del planetesimal, propuesta de forma independiente por Kant y Laplace en el siglo XVIII. Esta teoría, actualmente modificada, supone el origen del Sistema Solar a partir de una nebulosa o nube de gas y polvo cósmico procedente de la explosión de una estrella supernova anterior.

Hace unos 4.600 millones de años, esta nebulosa se volvió inestable por algún tipo de fenómeno cósmico (otra explosión estelar por ejemplo), lo que provocó el aumento de su velocidad de rotación y su aplanamiento en forma de disco, al tiempo que se formaban anillos concéntricos en su parte más externa. En cada uno de estos anillos tiene lugar la unión y agregación de partículas por gravedad, proceso denominado acreción, que permite la formación de planetas y satélites, mientras que en el interior del disco, la elevada temperatura permite la formación de una estrella, el Sol, al iniciarse las reacciones termonucleares propias de las estrellas.

La acreción de nuestro planeta involucró una serie de colisiones entre trozos enormes de desechos estelares, llamados embriones planetarios. Para investigar la edad de la Tierra, los científicos midieron los niveles de isótopos radiactivos que se crearon durante esas colisiones, los cuales pueden ofrecer una especie de "reloj geológico" para calcular la edad de la Tierra.

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