El párpado caído, también conocido como ptosis palpebral, es un descenso excesivo del párpado superior, ya sea por exceso de piel, por la debilidad del músculo que lo eleva o por daño en los nervios que lo controlan.

Se presenta principalmente por edad avanzada, una mal formación congénita, una lesión, enfermedades como la diabetes, el síndrome de Horner, inflamaciones en los párpados o algún accidente cardiovascular; o por traumatismo durante el nacimiento por el uso de fórceps.

Los síntomas principales son: El aumento del lagrimeo. La necesidad de inclinar la cabeza hacia atrás, levantar las cejas o incluso levantarse el párpado con el dedo para lograr ver mejor. Reducción del campo visual

Se trata de una condición que trae como consecuencia que el problema avance, además de reducirse el campo visual, pueden presentarse malestares como la tortícolis y el dolor crónico de cervicales por la necesidad de elevar el mentón para lograr una mejor visión.

La ptosis puede mantenerse tal cual por tiempo indefinido, puede ser progresiva y empeorar en poco tiempo o puede ser intermitente, siendo algunos días muy notorio y en otras imperceptible.

Es necesario un examen físico para determinar la causa, por lo general, la forma de corregirlo es mediante cirugía. Algunos casos requieren más de una cirugía para mejorar la funcionalidad del ojo y su aspecto físico.

El párpado caído es un padecimiento que no se puede prevenir, pero sí se puede detectar fácilmente.

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