Se conoce como corona de novia (Spiraea cantoniensis) a una planta de la familia de las Rosáceas que es muy utilizada como planta ornamental gracias a su atractiva floración, además del llamativo aspecto que adquieren sus hojas con la llegada de las bajas temperaturas.

Es originaria Asia, donde ha sido cultivada para embellecer jardines y otros espacios verdes desde hace siglos.

Se desarrolla como un arbusto caducifolio que forma matas y conserva su follaje desde la base de las ramas. Puede alcanzar una altura máxima de 1 a 2,5 metros de altura, presenta numerosas ramas delgadas, arqueadas, flexibles y glabras.

Su follaje está conformado por hojas alternas, simples, pecioladas, que miden de 3 a 6 centímetros de largo y lucen un color verde que a comienzos de otoño se torna rojo, sobre todo en aquellos ejemplares que se encuentran muy expuestos a las condiciones climáticas.

Las flores de la corona de novia son hermafroditas, actinomorfas, de 1 centímetro de diámetro, dispuestas en corimbos axilares, cada una con 5 sépalos libres, 5 pétalos blancos y numerosos estambres más cortos que los pétalos.

Necesita cultivarse en un área a pleno sol, aunque también puede crecer en semisombra.

Algunos expertos recomiendan no podarla, ya que si se deja que asuman su hábito de crecimiento natural, la planta terminará formando un atractivo montículo de tallos arqueados y cubiertos por masas de flores. Es posible multiplicarlas mediante esquejes realizados después de la floración.

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