Entre 20 y 50 veces por segundo, es la frecuencia natural del aleteo de una de estas pequeñas aves. Y, en momentos especiales, puede llegar a 100 veces por segundo. El ojo humano, por más que lo intente, no puede observar el preciso momento en el que un colibrí se alimenta. Ante la rapidez del colibrí (Trochilidae), científicos de la universidad de California y la universidad de Connecticut (EE.UU.) han desarrollado un complemento especial para que las cámaras trampa puedan captar aquello que no han podido registrar antes. Con esta innovación, hoy es posible calcular el número de veces que aletea un colibrí.

Entre las ventajas que tiene este nuevo diseño, aparte de poder registrar animales de alta velocidad, está la opción de realizar acercamientos desde una posición distante con un lente tele macro, además del modo de pre grabación que permite registrar una acción específica segundos antes de que ocurra, para evitar así los retrasos en la captura de los movimientos.

El resultado: logró calcular que los colibríes visitan las flores para alimentarse cada tres horas y por un lapso de diez minutos.

Con la velocidad y amplitud del aleteo que podemos obtener en estado silvestre mediante estas nuevas cámaras trampa, nos es posible estudiar su aerodinámica y gasto energético.

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