Los osos polares están clasificados como mamíferos marinos porque pasan la mayor parte de su vida en el hielo marino del océano Ártico. Así, viven en uno de los ambientes más fríos del planeta y dependen de una gruesa capa de piel aislante que cubre a su vez la capa de grasa que les mantiene calientes. Esta piel crece incluso en la parte inferior de sus patas, lo que les protege contra las superficies frías de hielo a la vez que le proporcionan un buen agarre.

Son nadadores muy fuertes y hábiles debido a las ligeramente palmeadas y grandes patas delanteras que utilizan para remar. De hecho, algunos osos polares han sido vistos nadando a cientos de kilómetros de tierra, aunque probablemente cubren la mayor parte de esa distancia sobre las pequeñas capas de hielo que flotan en el mar.

Su blanco pelaje también actúa como un perfecto camuflaje en la nieve y el hielo circundantes ocultándoles ante sus presas. Bajo su tupido manto de pelo blanco, un eficaz aislante del frío, tiene una gruesa capa de piel negra que atrae y mantiene mejor la radiación solar, que contribuye a mantener el calor del cuerpo. Los machos adultos alcanzan normalmente pesos de entre 350 y 680 kg, y pueden llegar a medir hasta 2,6 m de largo.

El oso polar se alimenta de muchos animales árticos. A pesar de todo, sus favoritas son las crías de foca y reno (que son mucho más escasos que las primeras). Es el único superdepredador del Ártico.

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