Los marinos durante siglos han utilizado las estrellas para guiarse en medio del mar, donde no hay nada más que agua y las referencias de tierra no existen. Estos aventureros consiguieron hasta hace poco orientarse lejos de la costa por medio de los astros sin la ayuda de aparatos electrónicos modernos como el GPS.

Con el desarrollo de las matemáticas y el estudio de la astronomía, diversas civilizaciones se aventuraron a navegar lejos de la costa. Los griegos ya en el siglo II a.C. dibujaron un mapa del firmamento poniéndoles nombres a muchas estrellas, formando una serie de constelaciones con las que consiguieron guiarse a través del mar Mediterráneo.

Los astros utilizados en la navegación astronómica son: el sol, la luna, los planetas y 99 estrellas. Durante varios siglos se utilizaron estos astros para calcular la latitud de un lugar y hacer las correcciones al rumbo del barco con la ayuda del sextante, la brújula o compás magnético y los aparatos de la época para medir la velocidad. No se consiguió la manera de calcular la longitud hasta el siglo XVIII cuando se descubrió el cronómetro marino, que no es más que un reloj lo suficientemente preciso como para proporcionar la hora exacta durante largos períodos.

La Estrella Polar era un valioso indicador para los primeros navegantes. La Estrella Polar está situada justo en el mismo Polo Norte, por lo que el resto de las estrellas giran alrededor suyo.

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