El Botafumeiro (del gallego 'botar fume' o 'echar humo') se utilizaba originalmente para purificar o perfumar el aire de la catedral donde antiguamente dormían los peregrinos. Y eso debido al mal olor que se producía.

En el siglo XI se usaba un incensario pequeño hasta que en el siglo XV se construye uno más grande gracias a un ofrenda realizada por el rey Luis XI de Francia. El original de plata maciza fue robado por las tropas francesas en 1809 durante la guerra de la independencia realizándose uno nuevo recubierto de plata en 1851.

El Botafumeiro es un gran incensario de más de 50 kgs que es movido por un sistema de poleas de las que tiran 8 hombres a quienes se llama "tiraboleiros" y cuyo movimiento oscilatorio alcanza los 70 km/h y los 20 metros de altura.

A lo largo de la historia la cuerda del botafumeiro se rompió en varias ocasiones llegando a salir disparado por la puerta de platerías, aunque siempre sin causar víctimas. Uno de esos accidentes sucedió durante la visita de Catalina de Aragón.

Hoy, 800 años después, sigue maravillando por su ingeniosidad. Tras el momento de la Comunión suena el Himno del Apóstol mientras el enorme incensario comienza su recorrido pendular frente el altar mayor para elevarse y casi tocar la bóveda.

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