La fotosíntesis es un proceso utilizado por las plantas y otros organismos para convertir la energía de la luz en energía química que puede ser liberada más tarde para permitir las actividades de estos organismos. Esta energía química se almacena en moléculas de carbohidratos, como azúcares, que se sintetizan a partir del dióxido de carbono y el agua. En la mayoría de los casos, también se libera oxígeno como producto de desecho.

De esta manera, la vida en nuestro planeta se mantiene fundamentalmente gracias a la fotosíntesis que realizan en el medio acuático las algas, las cianobacterias, las bacterias rojas, las bacterias púrpuras, bacterias verdes del azufre,​ y en el medio terrestre las plantas, que tienen la capacidad de sintetizar materia orgánica (imprescindible para la constitución de los seres vivos) partiendo de la luz y la materia inorgánica. De hecho, cada año los organismos fotosintetizadores fijan en forma de materia orgánica en torno a 100 000 millones de toneladas de carbono.

Los orgánulos citoplasmáticos encargados de la realización de la fotosíntesis son los cloroplastos, unas estructuras polimorfas y de color verde (esta coloración es debida a la presencia del pigmento clorofila) propias de las células vegetales.

El hecho de que las plantas reciben energía de la luz, además del aire, el suelo y el agua, fue descubierto en 1779 por botánico británico de origen neerlandés Jan Ingenhousz.

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