La palabra "anabolena" procede de Ana Bolena, mujer de Enrique VIII, rey de Inglaterra. De las citadas es la única que aparece en el Diccionario de la Real Academia Española.

Todavía hoy el vocabulario español sigue sin perdonar a Ana Bolena sus desprecios hacia la madrileña Catalina de Aragón. En su época se la apodó "la Mala Perra" y, según el diccionario actual de la RAE, una "anabolena" es una "Mujer alocada y trapisondista". Algo así como una mujer traicionera y poco de fiar.

La segunda de las seis esposas del pérfido Enrique VIII es recordada en el imaginario popular como una mujer excesivamente ambiciosa, siendo la detonante de una infidelidad que cambiaría la historia de Europa.

La figura de Ana Bolena se sitúa históricamente en el epicentro de un grave problema de sucesión dinástica. Enrique VIII no había obtenido de su matrimonio con Catalina de Aragón más que dos niños, que nacieron muertos, y una niña. Las ansias por engendrar un heredero varón se convirtieron en una obsesión para el monarca y en un motivo de preocupación constante para toda la nación

La boda Ana Bolena con el rey de Inglaterra no logró solucionar el problema de sucesión dinástica que azotaba a la familia real; por el contrario, determinó la ruptura de Inglaterra con la cúpula del poder de la Iglesia católica. Murió víctima de una maquiavélica farsa que tenía como único objetivo sustituirla en el trono por una nueva esposa, que le diera a Enrique VIII el varón deseado.

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