El consumo del mate se remonta a la época pre-hispánica. El pueblo guaraní masticaba directamente la hoja o la colocaba en una calabaza y la bebía. La palabra “mate” viene del guaraní “Caamate” (“Caa” sería planta o hierba, y “mate” se refiere a la calabaza donde la bebían). Otros pueblos como los incas, los charrúas y los araucanos adoptaron el mate gracias a trueques que realizaban con ellos.

Al llegar los españoles, al observar que los guaraniés después de beberlo les daba vigor y además les servía de alimento, lo adoptaron y extendieron su uso a todo el Virreynato (los jesuítas también contribuyeron a su difusión).

Durante el período de la Independencia de Argentina, el gaucho (habitante de las pampas, cuya vida es muy simple, anda a caballo, es independiente, una especie de cowboy) lo hace parte de su cultura, lo toma en el desayuno, en el almuerzo y después de la cena antes de acostarse, solo o acompañado por otros gauchos.

Su uso se ha extendido, no solo a todo el país, sino también, a todas las clases sociales. Es la bebida que consume el 98% de los hogares argentinos.

El tomar mate, se ha convertido en un hábito social que se realiza muchas veces en conjunto, donde uno de ellos oficia de «cebador» que es el encargado de llenar el mate y, a modo de ronda, pasarlo al siguiente bebedor.

También se consume en Uruguay, Paraguay, sur de Brasil, Chile y Siria.

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