La etimología de ultimátum nos lleva a ultimātum, un vocablo del latín tardío que a su vez deriva de ultimāre (traducible como “llegar a su fin”). El concepto se emplea en el terreno de la diplomacia para aludir al comunicado escrito que transmite una resolución tajante y concluyente.

A través de un ultimátum, se instituye un plazo para el acatamiento de ciertas obligaciones. Si la otra parte no cumple con las exigencias establecidas, debe atenerse a las consecuencias anunciadas por quien lanza el ultimátum. El tiempo asignado suele ser poco, y se sobreentiende que no se abrirá ninguna negociación posterior.

La amenaza que respalde el ultimátum puede variar dependiendo de la demanda en cuestión y de otras circunstancias. En diplomacia, la amenaza es para declarar la guerra, para llevar a cabo otras acciones militares o para imponer sanciones tales como restricciones comerciales o embargos. En un secuestro, la amenaza es de los secuestradores para asesinar a los rehenes, o por las autoridades para detener a los secuestradores por la fuerza.

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