El rayón es una fibra artificial celulósica manufacturada y regenerada. En Europa se la denominó viscosa. Se produce a partir de un polímero que se encuentra en la naturaleza, celulosa.

Para fabricarlo, la celulosa proveniente de fibras de madera o algodón se trata con hidróxido de sodio, y luego se la mezcla con disulfuro de carbono para formar xantato de celulosa, el cual se disuelve luego en más hidróxido de sodio. La viscosa resultante se extruye en un baño ácido o bien a través de una ranura para hacer celofán, o a través de un pequeño orificio para fabricar rayón (al que a veces se lo llama también viscosa). El ácido vuelve a convertir la viscosa en celulosa.

La historia de las fibras artificiales comenzó a partir de los primeros intentos de producir seda artificial. Los principales avances en este campo se encuentran estrechamente vinculados a las investigaciones del químico francés Hílaire Berniggaud, conde de Chardonnet (Besançon, 1839 – París, 1924), considerado como el auténtico impulsor de la industria de tejidos artificiales.

El rayón se empezó a fabricar hacia 1898 gracias a los trabajos de los químicos británicos Charles Frederick Cross y Edward John Bevan; la posibilidad de emplear celulosa procedente de la madera y el bajo precio de las materias primas empleadas en el proceso de fabricación han hecho que esta fibra sea la más utilizada de todas las de celulosa regenerada.

Más información: en.wikipedia.org