Las cumbres de los montes Kong rozaban el cielo y, según algunos testimonios, permanecían cubiertas de nieve durante buena parte del año pese a encontrarse en pleno trópico. Desde finales del siglo XVIII esta cordillera imponente ocupó un lugar destacado en muchos de los mapas de África, que la mostraban como una barrera infranqueable, capaz de desviar el curso de los ríos.

Pero esas montañas que durante décadas se tuvieron por reales y alimentaron la imaginación de geógrafos y viajeros no existen. Los montes Kong son uno de los grandes fantasmas de la historia de la cartografía. Esta mentira geográfica sobrevivió casi cien años.

El primero en describir los inexistentes montes Kong fue el explorador escocés Mungo Park, quien viajó al interior de los actuales Senegal y Mali en 1795 en busca de las fuentes del río Níger.

El relato de su periplo se publicó en Londres en 1799 con un apéndice ilustrado por el cartógrafo James Rennell, en cuyos mapas los montes Kong cobran forma por primera vez como un gran macizo montañoso que se extendía a lo largo del paralelo 10 en el África Occidental. Su nombre lo tomaban de la ciudad de Kong, capital del imperio homónimo en la actual Costa de Marfil.

Es difícil saber si Mungo Park realmente creyó ver la cordillera o simplemente se la inventó. Es probable que haya visto un espejismo, o quizá unas nubes que parecían montes. Entonces preguntó a viajeros y mercaderes si había una cordillera en esa dirección y le dijeron que sí.

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