La procrastinación (del latín procrastinare: pro, adelante, y crastinus, mañana)​, postergación o posposición es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables por miedo o pereza a afrontarlas.

Trata de un trastorno volitivo del comportamiento que tiene su raíz en la asociación de la acción por realizar con el cambio, el dolor o la incomodidad (estrés). Este puede ser psicológico (en la forma de ansiedad o frustración), físico (como el que se experimenta durante actos que requieren trabajo fuerte o ejercicio vigoroso) o intelectual.

El término se aplica comúnmente al sentido de ansiedad generado ante una tarea pendiente sin tener una fuerza de voluntad para concluirla, por lo cual el individuo se autojustifica posponiéndolo a un futuro sine die idealizado.

Es reconocido como un síntoma de algún trastorno psicológico, como depresión o TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad).

Un artículo de New York Times reveló que la procrastinación es producto del manejo de las emociones y no de la holgazanería o “flojera”.

Existen dos tipos de individuos que ejecutan esta acción:

Procrastinadores eventuales, cuya actitud evasiva no se repite habitualmente.

Procrastinadores crónicos, cuya conducta evasiva es constante y repetida en el tiempo.

Los segundos son los que comúnmente denotan trastornos en los comportamientos antes mencionados.

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