Para los cristianos católicos, el candelero, o candelabro, es un mobiliario litúrgico muy importante. Se encuentra en cada iglesia y se coloca en el altar, donde se enciende para expresar Fe y Esperanza a través de su luz. La luz siempre ha sido un símbolo muy importante para los cristianos, asociado con la Resurrección de Cristo, y tiene un significado muy profundo y solemne.

Incluso entre los judíos, la luz era importante, y lo demuestra la importancia atribuida por este pueblo a la menorá. La palabra menorá deriva de la misma raíz de or, es decir luz, e indica el candelabro de siete brazos, símbolo de la religión judía. En realidad, la Menorá original era más precisamente una lámpara de aceite y no un candelabro, pero la diferencia es sutil en este caso y, hoy en día, también los candelabros de siete brazos se llaman menorá.

El menorá es uno de los objetos rituales más importantes del judaísmo y uno de sus símbolos más antiguos, ya que remonta a la época inmediatamente posterior a la salida de Egipto,​ cuando las doce tribus al mando de Moisés acamparon al pie del monte Sinaí para recibir la Torá. Junto con el tabernáculo y el Arca de la Alianza, la primera menorá fue diseñada por Yahvé y ejecutada por el hábil artesano judío Bezalel.

Algunas veces la menorá es confundida con la januquiá, candelabro de nueve brazos empleado en la festividad de las luminarias (Janucá); sin embargo, la cantidad de brazos, la función y el origen son muy diferentes.

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