La palabra 'galaxia' viene del griego gala, gálaktos, que significa ‘leche’.

Nuestro sistema planetario forma parte de una galaxia que llamamos “Vía láctea”. Está ubicado en una de sus regiones exteriores y alejadas del centro.

Su nombre proviene de la Antigua Cultura Griega, ya que los observadores del cielo nocturno en aquel entonces supusieron que esa enorme mancha blanca que surca el firmamento eran restos de la leche materna derramada por la diosa Hera cuando amamantaba al mítico Heracles (Hércules).

Al principio la única galaxia que se conocía era la nuestra y, por tanto, la palabra solo se utilizaba para referirse a ella. Sin embargo, en el siglo XIX los científicos empezaron a sospechar que ciertas espirales brillantes que apreciaban en el cielo gracias a sus telescopios eran conglomerados de estrellas como la Vía Láctea en la que estaba encerrado nuestro sistema solar. Lo más lógico era llamarlas también galaxias. Ya a principios del siglo XX se pudo constatar que, efectivamente, aquellas formaciones eran vías lácteas lejanas y que, por tanto, el nombre galaxia estaba bien aplicado.

Una galaxia es un conjunto de estrellas, nubes de gas, planetas, polvo cósmico, materia oscura y energía unidas gravitatoriamente en una estructura más o menos definida. La cantidad de estrellas que forman una galaxia es enorme y varía desde las galaxias enanas, con 10⁷, hasta las galaxias gigantes, con 10¹⁴ estrellas.

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