El basilisco,​ fue un ser creado por la mitología griega que se describía como una pequeña serpiente cargada de veneno letal y que podía matar con la simple mirada, al cual consideraban como el rey de las serpientes.

En el siglo VIII, el basilisco era considerado una serpiente dotada de una cresta con forma de corona o mitra en su cabeza, siendo el animal en sí de tamaño variado. Supuestamente, el basilisco nacía de un huevo de gallina empollado por un sapo, lo opuesto al cocatriz, que según se decía nacía de un huevo de sapo o serpiente empollado por una gallina. Más tarde, sin embargo, los rasgos de ambas criaturas comenzaron a ser indistinguibles.

Además del poder de matar con la mirada, su influencia era tan nociva que su aliento marchitaba la flora del entorno y resquebrajaba las piedras. Los únicos métodos seguros de matarlo era con el canto del gallo, el cual aterrorizaba al basilisco, o con una comadreja, la cual era el único animal capaz de vencerle con su olor, siempre con el riesgo de morir también ella.

En algunos medios, se menciona la existencia actual de un animal llamado también basilisco y se informa que su hábitat principal se encuentra en las regiones tropicales y ambientes húmedos de América Central y tiene la capacidad de permanecer bajo el agua hasta 30 minutos.

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