Decidido a poner límites a las fronteras del Imperio romano en Britania, el emperador Adriano ordenó construir un muro de más de cien kilómetros que cruzara la isla de este a oeste.

«Fui el primero que trazó un muro, de ochenta mil pasos, para separar a los bárbaros de los romanos», afirma Adriano en la Historia augusta. Esta colosal infraestructura –en la imagen, a su paso por Northumberland, en la frontera con Escocia– fue erigida para proteger el territorio conquistado por Roma de los ataques de las tribus escocesas (los bárbaros).

La Muralla estaba construida con sillares de piedra y contaba con 14 fuertes militares principales y 80 fortines situados a cada milla romana (unos 1.500 metros, aproximadamente) que albergaban guarniciones en puntos clave de vigilancia, así como un foso y un camino militar.

Algunas de estas fortificaciones se han conservado sorprendentemente bien y hoy se pueden visitar, como Housesteads o Birdoswald, en Nortumbria.

Más información: es.wikipedia.org