El 3 de noviembre de 1957 un ser vivo dejó, por primera vez, el planeta Tierra rumbo al espacio: la perra Laika, lanzada en el satélite ruso Sputnik 2. Laika, pionera y heroína, originalmente llamada "pequeña de pelo rizado" murió horas después del lanzamiento. El experimento demostró que es posible que un pasajero sobreviva al ser puesto en órbita, allanando así el camino para los vuelos espaciales con humanos.

Laika fue encontrada como una perra callejera vagando por las calles de Moscú. Para el vuelo fueron entrenados tres perros: Albina, Mushka, y Laika.

Luego del despegue, al alcanzar la máxima aceleración, el ritmo respiratorio de Laika aumentó de tres a cuatro veces lo normal, y su frecuencia cardiaca pasó de 103 a 240 latidos por minuto. Los datos telemétricos iniciales mostraban que, aunque Laika estaba agitada, estaba comiendo. La recepción de datos vitales se detuvo entre cinco y siete horas después del despegue.

El viaje de Laika la convirtió en uno de los perros más famosos del mundo. Aparece en numerosas obras literarias y cinematográficas. El 11 de abril de 2008 fue inaugurado un monumento en su honor en el centro de Moscú.

Con gran pena Oleg Gazenko, uno de los principales científicos del programa de animales en el espacio, y entrenador de Laika dijo: «Cuanto más tiempo pasa, más lamento lo sucedido. No debimos haberlo hecho... ni siquiera aprendimos lo suficiente de esta misión como para justificar la pérdida del animal.»

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