Los Estados Unidos querían expandir sus fronteras hacia el sur, a costa del territorio mexicano; y lo lograron en parte —consiguieron Texas—, pero cuando su ejército había llegado a Matamoros, un joven de origen irlandés llamado John O’Riley decidió desertar, quizá motivado en parte por sus creencias religiosas, pues era católico -como los mexicanos-, lo que posiblemente le hizo sentirse mucho más cercanos a los invadidos que a los invasores.

Muchos soldados más lo siguieron. Entonces los irlandeses se agruparon y tomaron sus armas para sumarse al ejército mexicano. Como símbolo de su unión con los contrarios elevaron una bandera. Esa insignia de fondo verde presumía un arpa dorada, la frase "Erin Go Bragh"(Irlanda por siempre) y la imagen de San Patricio, el santo patrono de Irlanda, y fue por él que el grupo es conocido como el Batallón de San Patricio.

Fueron pieza clave en las luchas de Monterrey y Angostura, pero finalmente cayeron cuando las fuerzas armadas mexicanas se habían resguardado en el Convento de Santa María de Churubusco, donde fueron sorprendidos por el ejército estadounidense, dirigido por el general Twiggs.

Se inició un enfrentamiento armado. Pronto, el ejército mexicano se quedó sin municiones y fueron vencidos. Después de este fracaso, los estadounidenses sometieron a los mexicanos y condenaron a los desertores a morir ahorcados mientras se alzaba la bandera de los Estados Unidos en el Castillo de Chapultepec.

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