Un anagrama es una palabra o frase que resulta de la transposición de letras de otra palabra o frase. Dicho de otra forma, una palabra es anagrama de otra si las dos tienen las mismas letras, con el mismo número de apariciones, pero en un orden diferente.

Así, por ejemplo, Mora es el anagrama de amor, tarta de trata, certificación y rectificación, entre tantísimos otros que podemos encontrar en nuestro habla.

Gramaticalmente, el anagrama, no dispone de relevancia, en tanto, sí resulta ser muy usado a instancias de la práctica de juegos de palabras, de la creación de acertijos y hasta para crear seudónimos.

Un célebre ejemplo de esto último es el seudónimo Voltaire (cuyo nombre verdadero era François-Marie Arouet), que, según una teoría, fue escogido por ser anagrama de «Arouet, l(e) J(eune)» (Arouet, el Joven) con la consideración de que i y j son la misma letra, al igual que u y v, como ocurre en latín.

Cabe destacarse que los anagramas no son creaciones de hoy día ni mucho menos, sino que se trata de transposiciones de palabras que datan de cientos de años atrás, siendo la cultura clásica griega quien las generaría y haría tan famosas.

Puntualmente su creación se le atribuye al poeta griego Licofrón, quien vivió allá por el siglo III A.C. y que tuvo una importante actividad en la Biblioteca de Alejandría y en la corte de Ptolomeo.

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