La volatilidad desde el punto de vista químico, físico y de la termodinámica es una medida de la tendencia de una sustancia a pasar a la fase de vapor.

A una temperatura y presión determinadas, es más probable que una sustancia con alta volatilidad exista como vapor, mientras que una sustancia con baja volatilidad es más probable que sea un líquido o un sólido.

Aunque por lo general se aplica a líquidos, la volatilidad se puede aplicar a materiales sólidos como el hielo seco (sólido de dióxido de carbono y el cloruro de amonio), que pueden cambiar directamente de sólido a vapor sin pasar por el estado líquido. Este proceso se denomina sublimación.

La volatilidad también puede describir la tendencia de un vapor a condensarse en un líquido o un sólido; las sustancias menos volátiles se condensarán más fácilmente a partir de un vapor que las muy volátiles.

Las diferencias de volatilidad pueden observarse comparando la rapidez con la que un grupo de sustancias se evapora (o se sublima en el caso de los sólidos) cuando se exponen a la atmósfera. Una sustancia muy volátil, como el alcohol isopropílico, se evaporará rápidamente, mientras que una sustancia poco volátil, como el aceite vegetal, permanecerá condensada.

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