Las figuras literarias, también conocidas como figuras retóricas, son formas no convencionales de emplear las palabras para dotarlas de expresividad, vivacidad o belleza, con el objeto de sorprender, emocionar, sugerir o persuadir.

Son típicas del discurso literario y de sus distintos géneros (poesía, narrativa, ensayo, drama), en los cuales el lenguaje es un fin en sí mismo, y es transformado para potenciar sus posibilidades expresivas.

No obstante, estas no son exclusivas de la literatura, sino que también se emplean en nuestro lenguaje coloquial, incluso algunas están ya asimiladas a este, en ciertas expresiones o giros.

La epífora, también llamada epístrofe, es una figura literaria o retórica que consiste en repetir una o más palabras al final de versos, estrofas, oraciones, párrafos o frases. Por ejemplo: Afuera llovía, en mi alma también llovía.

Es un tipo de repetición y se utiliza para resaltar aquella palabra o frase que se repite y tiene un efecto sonoro que es similar al de la aliteración (la repetición de un sonido) o al de la rima.

Como todas las figuras retóricas, la epífora se utiliza con fines estéticos para que el lector conciba las cosas y las acciones de una manera distinta.

Ejemplos: “Pero no huele a nada. No digáis que la muerte huele a nada, que la ausencia de amor huele a nada, que la ausencia del aire, de la sombra huelen a nada” (Vicente Aleixandre).

“La recuerdo en el sueño mientras reía, sus ojos odiaban pero ella reía, y reía” (anónimo).

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