Un estrígil o estrígile, es una rascadera de metal larga y fina que en la cultura grecorromana los atletas usaban para limpiarse el cuerpo manchado de arena y aceite.

Con forma parecida a lo que sería una hoz pero en lugar de tener el borde afilado, lo tenía en forma de cuña, era una especie de exfoliación que podía resultar algo abrasiva por lo que también se recomendaba el uso de esponja para pieles más delicadas.

Fue utilizado primero por los etruscos después de sus combates y posteriormente por los romanos, como forma de lavarse en sus termas, ya que en ese momento se desconocía el jabón.

El mango tenía una ranura por donde se pasaba un aro metálico de suspensión que permitía colgarlo en la pared o llevarlo suspendido en el cinturón.

También podía ser usado antes del baño y antes de la aplicación de aceites para favorecer la transpiración y retirar las capas de piel muerta.

En la Península Ibérica se han localizado en tres yacimientos arqueológicos. Dos ejemplares en una tumba de la necrópolis de Ampurias, otros dos en una tumba de la necrópolis de la época fundacional de Valentia, fechada en el 138 a.C. y el último estrigilo se encontró en 2008 en el yacimiento arqueológico de Segeda I.

Servía con frecuencia como motivo decorativo de sarcófagos romanos y paleocristianos, que tallaba surcos paralelos en forma de S, como símbolo de la limpieza o pureza del alma.

En el Museo Arqueológico Provincial de Sevilla, se puede observar uno de los sarcófagos.

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