El hueso temporal es un hueso del cráneo, par e irregular. Se sitúa en la parte lateral, media e inferior del cráneo. Contiene en su espesor el órgano vestibulococlear o de la audición.

De manera oficial, el temporal solo tiene tres porciones: porción escamosa, porción mastoidea y porción petrosa; pero para poder dar una mejor descripción, se le agregan dos más: la porción timpánica y la porción estiloidea (marcada por la apófisis estiloides). Con esta consideración, habría un total de cinco porciones.

Su forma varía según la edad de la persona. El hueso temporal se osifica a mediados del segundo mes de vida fetal. Tanto en el feto como en el recién nacido son tres las porciones distinguibles: la escamosa, la petrosa, y la timpánica. En el recién nacido, estas tres porciones aún no se han soldado del todo, pero al primer año de vida, se unen para formar un hueso único, aunque, eso sí, dejando una serie de suturas más o menos visibles y permanentes.

Por supuesto, entre las muchas irregularidades que presenta la forma del hueso temporal, hay orificios, cavidades y conductos que son atravesados por las conexiones entre aparato auditivo y cerebro, la arteria carótida, la vena yugular, el nervio timpánico, y el nervio facial, entre otros.

Otras funciones del hueso temporal están relacionadas con proteger el encéfalo y los órganos de la audición; y formar parte de la superficie de apoyo que permite articular la mandíbula.

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