El imperio azteca o mexica no disponía del caballo, lo importaron por primera vez los españoles que llegaron a América, con lo que la sangre humana sería el motor de comunicación de la América prehispánica.

Los mensajeros estaban consagrados al dios Paynal -que algunos traducen como «corredor»-, de ahí que el nombre de los mensajeros sea el de painani, significa «correr rápido», «corredor que corre», «correr ligero» o «corredor liviano».

Existían tres subtipos de corredores y se dividen en:

Painani, que transmitían la información, con protocolo ceremonial y religioso.

Yciucatitlantli, eran los correos exprés, donde el tiempo era vital, corredores rápidos, ligeros de carga y sabedores de la importancia de algunas de las misiones.

Tequihuatitlantli, con cierto grado dentro de la jerarquía militar, informaban del desarrollo de una batalla.

Los mensajeros se comunicaban, especialmente, de palabra, y en ocasiones por escritura pictográfica. Se educaban en el telpochcalli, lugares que hacían la vez de colegios, seminario y cuartel -pues era también donde se cumplía el servicio militar-.

Llegaban a recorrer 600 km en 24 horas. En mensajes importantes se duplicaba el correo para confirmar la veracidad del mensaje, corriendo, por supuesto, separados para que al llegar a destino no tuvieran comunicación entre ellos: el primero quedaba retenido y aislado hasta la llegada del segundo, y si éste ratificaba lo dicho por aquel, era puesto en libertad.

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