La palabra cenote proviene del maya dzonoot: ‘hoyo con agua y es una depresión geológica inundada de origen kárstico (producido por la acción erosiva o disolvente del agua).

Existen varios tipos de cenotes: a cielo abierto, semiabiertos y subterráneos. Esta clasificación está directamente relacionada con la edad del cenote, los más jóvenes conservan su cúpula, mientras que los más antiguos ya están abiertos.

Su forma suele ser comúnmente subcircular. El cenote comienza siendo una cámara subterránea producida por la disolución de la roca caliza por la filtración del agua de lluvia que finalmente, conforme el hueco va aumentando de tamaño, el cenote puede terminar aflorando a la superficie por colapso del techo.

Los cenotes se formaron durante las épocas en que el nivel del mar bajo, son en la mayor parte de los casos, ensanchamientos de redes acuáticas subterráneas.

En estos, el agua marina, que es más densa que la dulce, puede penetrar por el fondo del sistema freático (agua que se acumula en el subsuelo). Por ello, hay cenotes en los que a determinada profundidad el agua pasa de dulce a salada, incluso a muchos kilómetros de la costa. Esta superficie de contacto entre el agua dulce y marina recibe el nombre de haloclina, y provoca interesantes efectos visuales.

Gracias a la espeleología se ha demostrado la existencia de interconexiones entre los cenotes de la península de Yucatán y entre estos y el mar, revelando un gran sistema de escurrimiento subterráneo.

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