Devastadores como pocos fenómenos meteorólogicos, se pueden generar en segundos y cambiar de dirección en lo que dura un pestañeo.

La formación de los tornados sigue albergando muchas incógnitas para los científicos y meteorólogos que los estudian. Sin embargo sabemos que para que se formen, se tienen que dar una serie de condiciones meteorológicas especiales. Esta es la secuencia de sucesos que tiene lugar en la formación de estos devastadores remolinos que pueden transportar coches a kilómetros de distancia, o destruir tu casa dejando intacta la de tu vecino.

En principio, dos corrientes de aire, una fría y otra caliente convergen en horizontal.

En este encuentro, el aire caliente que debería estar por encima del frío, queda atrapado en un plano inferior, produciendo que ambas corrientes fluyan a diferentes alturas, de forma paralela y con direcciones opuestas.

Llegado el momento, la corriente de aire frío y seco comienza a descender, mientras que la otra, más cálida y húmeda se eleva, produciendo una corriente en forma de tubo giratorio.

Según avanza el proceso, esta corriente de aire tubular comienza a ganar velocidad.

Posteriormente el aire caliente continúa ascendiendo a la vez que el frío desciende, levantando el vórtice del tornado hacia una posición vertical.

Una vez el vórtice toca el suelo, la corriente de aire acelera nuevamente, produciéndose el remolino en forma de trompo tan característico de los tornados.

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