La baquelita fue la primera sustancia plástica totalmente sintética,​ creada en 1907 y nombrada así en honor a su creador, el belga Leo Baekeland.

Previamente, Adolf von Baeyer (Premio Nobel en Química) experimentó con este material en 1872 pero no consiguió completar su desarrollo.

La baquelita fue además uno de los primeros polímeros sintéticos termoestables conocidos.​ Se trata de un fenoplástico que hoy en día aún tiene aplicaciones interesantes. Este producto puede moldearse a medida que endurece al solidificarse. No conduce la electricidad, es resistente al agua y los solventes, pero fácilmente mecanizable.

El alto grado de entrecruzamiento de la estructura molecular de la baquelita le confiere la propiedad de ser un plástico termoestable: una vez que se enfría no puede volver a ablandarse. Esto lo diferencia de los polímeros termoplásticos, que pueden fundirse y moldearse varias veces, debido a que las cadenas pueden ser lineales o ramificadas pero no presentan entrecruzamiento, y por ello se clasifica como termofijo.

Uno de los primeros usos que se le dio a la baquelita fue en el diseño de joyas, seguidamente fue utilizada para productos "caseros" como teléfonos, radios o elementos decorativos.

El atractivo estilo retro de los viejos productos de baquelita ha hecho que, en los últimos años, los objetos de este material, se lleguen a considerar auténticas piezas de colección.

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