Los incendios pueden beneficiar a los depredadores que se alimentan de los animales que huyen. Por ejemplo, se ha observado a osos, mapaches y aves rapaces cazando a las criaturas que tratan de escapar de las llamas.

De hecho, varias especies de aves podrían incluso contribuir a propagar los incendios en Australia, según sugieren algunas investigaciones, ya que así pueden hacer que salgan los animales de los que se alimentan.

En entrevistas, observaciones y ceremonias que se remontan a más de un siglo, los pueblos indígenas del Territorio del Norte de Australia sostienen que un grupo colectivo de pájaros a los que llaman «halcones del fuego» puede controlar el fuego llevando palos ardientes a nuevos lugares en sus picos o garras.

Los científicos carecen de estimaciones precisas del número de animales que mueren cada año en los incendios forestales. Pero no existen casos documentados de incendios —ni siquiera en los más graves— que arrasen con poblaciones o especies enteras.

Por supuesto, algunos animales mueren por el humo y el fuego al no poder huir lo bastante rápido o encontrar refugio. Los animales jóvenes y pequeños son los que corren más riesgo y algunas de sus estrategias para huir pueden ser infructuosas: el instinto natural de los koalas es subirse a un árbol, por ejemplo, donde podría quedarse atrapado.

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