La Unión Soviética era el principal objetivo en los planes de expansión de Hitler. Stalin se había confiado pensando que Hitler no iba a atacar a la URSS sin haber cerrado antes el conflicto con Gran Bretaña, por lo que cuando, el 22 de julio de 1941, los alemanes se desplegaron en un frente que iba desde el mar Báltico hasta el mar Negro, los soviéticos fueron cogidos por sorpresa.

Era el inicio de la operación Barbarroja. La falta de preparación, agravada por las purgas del régimen que habían eliminado a personalidades relevantes de la Armada Roja, facilitó inicialmente la labor de los invasores; solo en los cinco primeros días de combate los soviéticos perdieron cerca del 50% de su potencial aéreo.

Tras superar las fronteras, la Wehrmacht avanzó rápidamente y ya en septiembre llegaban a las puertas de Leningrado, hoy San Petersburgo. Gracias a la extenuante y brillante defensa ciudadana organizada por el mariscal Zukov, el ejército alemán asedió la ciudad sin lograr conquistarla durante 900 días.

Los militares alemanes rodearon la ciudad bloqueando todas las vías de aprovisionamiento, quedando abierto solo un pequeño corredor hacia el lago Ládoga, que pasó a conocerse como "Camino de la Vida".

La estrategia de cerco, también fue desarrollada en torno a Kiev, donde los alemanes consiguieron encerrar a la casi totalidad de tropas soviéticas en la zona meridional del frente oriental de Ucrania; la batalla concluyó con las aplastante victoria de la Wehrmacht.

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