De entrada, Epicuro advierte que el placer está al alcance de todos nosotros. A continuación, afirma que el dolor solo puede ser leve o breve, cuando es definitivo y "el sabio es feliz incluso en medio de los tormentos".

La filosofía de Epicuro se presenta como una medicina con la que poner remedio a los cuatro males: el temor a los dioses; el miedo a la muerte; el sufrimiento crónico y los padecimientos espirituales. Por último, si aún no sanamos, el filósofo nos recuerda: "¿Por qué tener miedo a la muerte?. Cuando estamos nosotros, no está la muerte y cuando está ella, no estamos nosotros".

Para Epicuro, existen tres tipos de deseos:

-Los que se deben satisfacer siempre. Naturales y necesarios como comer y beber.

-Aquellos sobre los que hay que meditar sobre la conveniencia de realizarlos como las comidas lujosas o el deseo sexual.

-Los que no hay que atender nunca, por ser una fuente de competición. Ni naturales ni necesarios: deseos producidos por convenciones sociales u opiniones vacías, deseo ilimitado por la riqueza, la fama o la inmortalidad.

En esta última categoría, la de los deseos no naturales y no necesarios, incluyó todos los relacionados con la opinión y el reconocimiento. En la doctrina epicúrea el placer tiene una doble naturaleza, pues incluye también la ausencia de sufrimiento. La función de la ética es así alcanzar emociones medias, es decir, sentimientos a mitad de camino entre la falta y el exceso.

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