Cuando el 20 de agosto de 1940, Ramón Mercader asesinó al revolucionario soviético León Trotski, Caridad Mercader, su madre, le esperaba en un auto a escasos metros de la escena del crimen. Pero el plan de huida nunca llegó a ejecutarse.

Mientras Mercader lanzaba su golpe de piolet sobre la cabeza de Trotski, éste tuvo tiempo de gritar y alertar a los guardias que vigilaban su residencia en el número 19, hoy 45, de la calle Viena de Coyoacán, en Ciudad de México.

Gravemente herido, Trotski murió apenas 12 horas después. Ramón Mercader, agente español al servicio de la Unión Soviética, había consumado uno de los magnicidios más trascendentes del siglo XX.

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