El emperador de Japón (天皇 tennō, lit., «soberano celestial») es el jefe de Estado y es el símbolo constitucionalmente reconocido de la nación japonesa y de la unidad de su pueblo. Es la cabeza de la familia imperial japonesa, la familia real del Japón. El actual emperador es Naruhito, desde 2019, vitalicio.

El papel del emperador de Japón oscilaba hasta mediados del siglo XX entre un clérigo de alto rango con grandes poderes simbólicos y un auténtico gobernante imperial. Ha existido un culto imperial (Arahitogami) que considera al tennō como sumo sacerdote mediador entre los hombres y la divinidad, debido a sus cercanos lazos con los dioses japoneses (lazos de herencia).

La violencia y las operaciones militares han sido considerados incompatibles con el papel del tennō al menos durante 14 siglos: por ello los monarcas japoneses no han actuado como comandantes militares, al contrario de lo habitual en Occidente. La principal función del emperador durante la mayor parte de los últimos mil años habitualmente ha sido la de simplemente autorizar u otorgar legitimidad a aquellos situados en el poder.

Bajo la Constitución moderna de Japón, el emperador se ha convertido en una figura ceremonial y simbólica con funciones similares a las de un jefe de Estado en una monarquía constitucional. Sin embargo, ni la constitución japonesa ni ninguna otra norma atribuyen expresamente al emperador la titularidad de la jefatura del Estado.

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