“Y sin embargo se mueve” es una frase erróneamente atribuida al científico italiano Galileo Galilei, quien la habría pronunciado luego de ser obligado a retractarse del modelo heliocéntrico del universo que proponía, en contradicción con la visión del mundo aceptada por la Iglesia católica.

Galileo consideraba, gracias a sus observaciones sobre el movimiento de los astros, que la Tierra y los demás planetas giraban en torno al Sol, y no que los demás cuerpos celestes, incluido el Sol, giraban en torno a nuestro planeta.

Galilei, con sus observaciones, contradecía a Claudio Ptolomeo, quien, basado en las ideas de Aristóteles, sostenía que la Tierra era inmóvil y se encontraba en el centro del universo, y que los demás planetas y el Sol giraban en torno a ella, es decir, la teoría conocida como geocéntrica. Era el modelo de Ptolomeo, que databa del año 130 d. de C., el aceptado y aprobado por la Iglesia católica en los tiempos de Galilei.

Galilei, sin embargo, estaba al tanto de las investigaciones del científico polaco Nicolás Copérnico, quien, en 1593, había publicado una obra titulada Sobre las revoluciones de las esferas celestes, en la cual concluía que la Tierra no era el centro del universo, sino que tanto ella como los demás planetas giraban alrededor del Sol.

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