Esta zona, situada entre 3.000 y 6.000 metros de profundidad, está por debajo de la conocida como zona batipelágica y por encima de la hadopelágica. Debido a la gran profundidad a la que está, la luz solar no llega hasta aquí sumiendo toda esta zona en una absoluta oscuridad.

Esta zona ocupa nada más y nada menos que el 70% del área total de los océanos, y se caracteriza por contar con un ambiente muy frío, con presión hidrostática muy elevada y escasez de nutrientes, además de la ya nombrada falta de luz natural.

Todas estas condiciones hacen que este lugar carezca de vegetación que realice la fotosíntesis. Así pues, a falta de algas, los seres que habitan la zona abisal tan sólo podrán nutrirse de los detritos que caen de la superficie.

En cuanto a estos seres abisales, podemos decir que son seres extraños con cierta apariencia monstruosa. La mayoría de ellos son bioluminiscentes, es decir, que son capaces de producir su propia luz, que por un lado les ayudará a atraer a ciertas presas, identificarse con otros ejemplares.

Es común también la presencia del gigantismo abisal; y es que en esta zona se pueden encontrar arañas de mar de hasta 1,50 metros. En general, son seres que nada tienen que ver con los que habitan en la superficie, como por ejemplo el pez sapo (Caulophryne), pez demonio( Idiacanthus), Melanocetus y Saccopharynx.

El descubrimiento de estos seres fue hasta 1977, pues antes se pensaba que no habría vida a profundidades mayores de 2.000 metros.

Más información: es.wikipedia.org