El Mar de la Paja recibe su nombre de los restos vegetales que el río arrastra en su curso final a su paso por el Ribatejo, especialmente por la región natural conocida como Lezíria, que coincide con la llanura de inundación del Tejo y sus tierras adyacentes, donde las tierras fértiles posibilitan el crecimiento de numerosas plantaciones, dando lugar a esos residuos conducidos después por la corriente.

Si existe un espacio que da personalidad al mar de la paja ese es la reserva natural del estuario del Tajo, que bordea la cuenca hacia el sur del mouchão de Alhandra, una isla aluvial situada en el delta.

Alcanzando hasta el norte de Alcochete, la reserva conforma una extensa zona de humedales que constituye la más grande de Portugal y una de las que ocupan mayor superficie del continente. Toda la cuenca del mar de la Paja se caracteriza por sus fondos bajos y cambiantes.

Aquí encuentran muchas aves migratorias acuáticas su lugar de descanso, llegando a congregarse en el área decenas de miles de ejemplares de diferentes especies, con las avocetas y los flamencos como grandes protagonistas. Es, precisamente, en las marismas de Alcochete, donde las concentraciones de aves nos regalan un espectáculo muy apreciado por quienes se acercan a este punto.

Junto a ellas, más al sur, se encuentran las Salinas de Samouco, que constituyen un conjunto de unas 50 balsas que llegaron a ser uno de los principales centros de producción de sal del estuario del Tajo.

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