El epílogo mencionado lo recita Próspero, personaje central de "La tempestad", obra de teatro de William Shakespeare representada por primera vez el 1 de noviembre de 1611.

Próspero, duque legítimo de Milán, ha sido expulsado de su posición por su hermano y se encuentra en una isla desierta tras naufragar su buque.

En la isla Próspero entra en contacto con espíritus con cuya ayuda tejerá un encantamiento que le permitirá iniciar su venganza. Al final Próspero renunciará a su magia perdonando a sus enemigos. La siguiente es la versión del romance del epílogo en español, según traducción libre del texto original en inglés :

Ahora que mi magia he resignado

solo mi propia fuerza me ha quedado,

que ya es poca. Es de ustedes mi destino:

o me retiene aún aquí cautivo

o me envían a Napoles por fín

No vayan, les ruego, a permitir,

ahora que vuelvo a tener mi ducado

y al ruin impostor he perdonado,

que el encanto prolongue más los días

de mi vida en esta triste isla baldía.

Si es que me quieren redimir,

por favor no dejen de aplaudir.

Impulsen mis velas con su aliento

para que no fracase mi proyecto,

que era agradar. No tengo ahora

duendes serviciales ni arte encantadora;

y he de acabar en la deseperanza

a menos que me libere la plegaria,

que de tan persuasiva hasta conmueve

a la Piedad, y de toda falta absuelve.

Y asi como sus pecados se han de perdonar,

que su indulgencia me de a mi la libertad.

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