Isaac Albéniz (1860-1909) fue un compositor y pianista español. Su vida, sobre todo durante su niñez y su juventud, es una de las novelas más apasionantes de la historia de la música.

Niño prodigio, debutó como pianista a los cuatro años, con gran éxito, en un recital en Barcelona. Se fugó de su casa cuando contaba nueve años y se embarcó en la fragata España con destino a Puerto Rico. Durante la travesía entretuvo a los pasajeros tocando el piano para pagar el pasaje.

En Latinoamérica trabajó como pianista en varios países: Argentina, Uruguay, Brasil y Cuba. En el otoño de 1873 regresa a Madrid.

Su estilo más característico comenzó a perfilarse con las primeras obras importantes de carácter nacionalista escritas a partir de 1885, en especial con la "Suite española" de 1886.

Su ideal de crear una "música nacional de acento universal" alcanzó en la suite para piano "Iberia", su obra maestra, su más acabada expresión. Admirada por músicos como Debussy, la influencia de esta partitura sobre otros compositores nacionalistas españoles, entre ellos Manuel de Falla y Enrique Granados, fue decisiva. Ella sola basta para otorgar a Albéniz un lugar de privilegio en la música española.

A la muerte de Albéniz, Rosina le pidió a su gran amigo Granados que terminase la última obra de su difunto esposo "Azulejos". Granados la terminó de forma impecable de tal manera que resulta muy difícil distinguir donde acaba Albéniz y donde empieza Granados.

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