Símbolo nacional de Nueva Zelanda, el kiwi es una de las aves más raras que se conocen. Quedan tres especies: el kiwi pardo, Apteryx australis, que con 55 cm de longitud y 3,5 k de peso es el de mayor tamaño; el kiwi manchado menor, A. owenii, de 35 cm de largo y 1,2 k de peso; y el manchado mayor, A. haastii, de tamaño intermedio.

Los tres especímenes, adaptados a la vida terrestre, tienen alas, pero son tan diminutas que quedan camufladas bajo el plumaje, que está formado por pequeñas cerdas. Los kiwis incluso han perdido la quilla del esternón, una pieza del esqueleto aviar que sirve para el anclaje de las alas y, por tanto, para poder volar.

Se diría que, por razones evolutivas y de adaptación al ecosistema, los plumones no han llegado a la etapa de verdaderas plumas, por lo que han adoptado el característico aspecto de suaves cerdas que tiene el plumaje del kiwi. Mientras que generalmente los pájaros tienen huesos ahuecados para ahorrar peso y hacer el vuelo más práctico, el kiwi tiene médula, al igual que los mamíferos.

Los kiwis son criaturas tímidas y nocturnas con un sentido del olfato muy desarrollado merced a la existencia de verdaderos bigotes en torno al pico; tales bigotes son eficaces órganos olfativos Son omnívoros; para alimentarse, incrustan el pico en el suelo en busca de lombrices, insectos y otros invertebrados. También comen cocos y, si la oportunidad se presenta, pequeños cangrejos de río, anfibios y anguilas.

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